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Imagen: difusión.

Si bien muchas de las formas tradicionales de crianza de los niñas y niñas se basan en la normalización del castigo físico y humillante, también existe un enfoque para que las madres, padres o cuidadores eduquen desde el amor y no desde el miedo, el control y el castigo. A este le llamamos “Crianza con ternura” y World Vision viene promoviendo en el marco de su campaña “Yo no crío con violencia, yo lo hago con ternura”, como una alternativa que para dignificarlos y respetarlos como personas desde sus derechos y responsabilidades.

Anna Grellet, asesora regional de Desarrollo Integral de la Niñez de World Vision para América Latina y el Caribe, explica que la crianza con ternura es un proceso para restaurar nuestras heridas, fortalecer nuestro corazón, enternecerlo y reconciliar nuestras relaciones con nuestras hijas e hijos.

“Criar con ternura es generar capacidades para interactuar, escuchándolos, acompañándolos, diciendo las cosas de manera tranquila y respetuosa, transformando esas barreras estructurales que hacen difícil o que impiden y dificultan el educar y formar a las niñas y los niños”, agrega.

Sin violencia física ni humillación, sino con ternura, las niñas, niños y adolescentes pueden desarrollar amistades y buenas relaciones interpersonales, e incluso podrían evitar padecer de algunas enfermedades físicas o mentales como depresión, que pueden llevar al suicidio, y reproducir la violencia de género como agresor o víctima.

Pero no son las únicas ventajas que brinda la crianza con ternura. También permite que tengan un buen desempeño académico, motivación para aprender, resolución pacífica de los conflictos, autoconfianza y autoestima.

Asimismo, sirve para que cuenten con el apoyo y acompañamiento de la familia cuando tengan dificultades, de esta manera se podría prevenir el riesgo que sean víctimas de abuso sexual, cultiven relaciones cercanas, basadas en la confianza, y sean adultos leales.

El compromiso que debemos asumir como adultos es aprender a respetar y valorar a la niñez y adolescencia, pues ellos son el presente y el futuro del país. Hay que criarlos con un enfoque de ternura para erradicar todo tipo de violencia en el hogar y promoverles bienestar pleno.

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